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A cambio de estar más cerca de Cristo, cientos de personas hicieron a un lado su familia y amigos, optaron por vivir en la miseria de su “monasterio”, dormir en cajones de madera, dedicados a trabajar hasta por 26 horas continuas sin paga, comer vísceras de animales y soportar tratos denigrantes. Estos son algunos de los abusos que cometió Ignacio González de Arriba en el nombre de Cristo.

Cerca de la Carretera Nacional de Nuevo Laredo, Tamaulipas, se ubica una finca con aspecto de abandono, ahí fueron encontrados los adeptos a la secta místico-religiosa “Defensores de Cristo”. El lugar evidenció a las autoridades de Migración y de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra) las condiciones de vida en las que se mantenían a niños, extranjeros y mexicanos.

El patio repleto de maleza, basura y escombros eran sólo una muestra de lo que sería encontrado al interior del inmueble en el que residía esta secta.

Había basura por doquier, ropa amontonada y un insoportable y nauseabundo olor producido por la orina y las heces fecales que fueron vertidos en el jardín por los habitantes de la finca.

“La colmena” era la cama y el baño de los “defensores”. Cajones de madera que apilados uno sobre otro albergaban una colchoneta, una bacinica y una computadora para trabajar por lapsos mayores a 24 horas o como ellos le llamaban para “salvar una mayor cantidad de vidas”. Los cautivos de la secta aseguraban que sus maestros les mostraron técnicas para recuperarse del cansancio o del dolor con un par de horas de sueño.

Ignacio González de Arriba se presentaba como la “reencarnación de Cristo”. El autonombramiento le sirvió para formar la secta “Defensores de Cristo”, misma que operó en México desde 2010 y hasta su detención, en enero de 2013.

Junto con sus “apóstoles”, Ignacio creó una red de explotación que es investigada por delitos como: tráfico de órganos, trata de personas, abuso sexual, explotación laboral, reducción a la servidumbre, fraude y usurpación de la profesión médica.

Con citas bíblicas, promesas de mejorar su calidad de vida, falsos milagros certificados por Basilio Ramos, de la notaría 167 de Tamaulipas, se estima que los “Defensores de Cristo” dejaron un saldo de 4 mil afectados que entregaron sus bienes a cambio de su salvación

La familia, un enemigo

Un familiar de uno de los adeptos de la secta relató a EL UNIVERSAL la historia de “Gisela”, nombre ficticio.

Luego de una decepción amorosa, “Gisela” se refugió en los estudios, y su familia se percató de que algo andaba mal cuando la joven comenzó a escuchar todo el día unas grabaciones que le habían entregado en donde estudiaba.

Con el tiempo, la joven dejó de reportarse con su familia. La razón: al interior de la secta no es bien vista la convivencia con personas que no comparten su ideología.

“Duele ver que la persona que amas se convierte en tu enemigo”, expresó el familiar de “Gisela”, luego de revelar que tuvo que fingir que se encontraba a favor de la secta, pues de lo contrario sería considerado como un enemigo.

El director de la Red de Apoyo a víctimas, Héctor Walter Navarro, dijo en entrevista que los devotos son alejados de las personas que los rodean para facilitar el sometimiento de su voluntad.

“La familia es el ancla que puede mantenerlos atados con la realidad, para poder dominarlos los tienen que mantener aislados de todos, porque les tratan de cambiar los valores”, explicó Navarro.

Los peores 10 meses de su vida

Su matrimonio con Losanger Arenas, de origen venezolano, llevó a Blanca Castro a purgar los peores 10 meses de su vida, en sus propias palabras “me hicieron presenciar situaciones terribles”.

Con la llegada de Ignacio González a su casa en Torreón, Coahuila, en 2010, comenzaría a desvanecerse el matrimonio de Blanca y a su vez marcaría el inicio de lo que hoy son los “Defensores de Cristo”.

“Primero está mi maestro Ignacio, El Fénix, el Cristo reencarnado; en segundo lugar están mis compañeros “apóstoles” que empezarían a vivir aquí a Torreón; en tercer lugar está la misión de “Defensores de Cristo”, que es propagar la enseñanza de Cristo en la Tierra, con las nuevas leyes que exigen poligamia, riqueza sin importar a qué costo; en cuarto lugar estás tú Blanca y nuestro matrimonio”, dijo Losanger a su esposa en aquel momento.

Tras manifestar su desacuerdo con las “nuevas leyes de Cristo”, Blanca fue castigada por Ignacio y Losanger, “al no ser digna de la misma cama en la que dormía su marido” fue obligada a yacer en el patio y durante dos días fue encerrada en su propia casa aislada, sin comida, sin comunicación, todo por no acatar los deseos poligámicos de su esposo.

Blanca reveló que nunca estuvo segura de que Ignacio fuera “Cristo” y señaló que circunstancialmente “necesitaba creerlo, porque era más doloroso no creerlo” dado que de eso dependía su estabilidad matrimonial, su patrimonio y el bienestar de sus seres queridos. Además era intimidada por los líderes

El momento del convencimiento

“Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, y aún a su propia vida, no puede ser mi discípulo”, dice la Biblia en Lucas 14:25, Ignacio González utilizaba esta y otras citas bíblicas que seleccionadas de manera engañosa le facilitaron la validación de sus actos.

Cómo alguien habría de cuestionar al ser que, según sus “apóstoles”, es capaz de transferir 343 poderes que van desde revivir muertos, curar cualquier enfermedad, matar con una sola mirada o materializar riquezas.

Ignacio es aquel que ofrece conseguir todo aquello a lo que desees acceder a cambio de “constancias de fe” económicas que iban desde los mil 300 dólares hasta 130 mil dólares.

Tras la detención, el INM evidenció que el líder de la secta es Losanger José Arenas, en tanto que la red de Apoyo a Víctimas señaló que los testimonios y la información confirman que el líder absoluto es Ignacio González.

La detención

La secta fue desmantelada, el pasado 25 enero por elementos del INM con apoyo de fuerzas federales. En el operativo fueron aseguradas 24 personas, cinco de ellas menores de edad.

El delegado del INM en Nuevo Laredo, Tamaulipas, Carlos Alberto Franco Chávez, reveló que la desarticulación se logró gracias a una denuncia anónima que alertaba sobre la presencia de extranjeros en una finca ubicada sobre la carretera nacional a la altura del kilómetro 14.

La aprehensión se dio tras un año de investigaciones y lo concretó la Fevintra, organismo de la Procuraduría General de la República (PGR).

Los delitos imputados son tráfico de órganos, lavado de dinero, abuso sexual contra menores de edad y mujeres, asociación delictiva, ejercicio ilegal de la medicina, estafa y fraude.

Los 14 extranjeros (seis de origen español, dos brasileños, dos venezolanos, dos bolivianos, un argentino y un ecuatoriano) fueron puestos a disposición de las autoridades del Instituto Nacional de Migración; cinco mexicanos son procesados en Matamoros, Tamaulipas, mientras que los menores de edad reciben tratamiento psicológico.

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