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CIUDAD DEL VATICANO.— Ante una multitud de fieles, el papa Francisco llamó a responder al mal con bien, al presidir ayer, desde la terraza de la colina Palatino, su primer Viacrucis en el Coliseo, el monumento que la Iglesia católica considera el símbolo del martirio de los primeros cristianos y donde año con año se celebra éste que es uno de los actos más importantes de la Semana Santa. Pero contrariamente a lo que habían hecho otros Papas, Francisco no portó la cruz al inicio del rito.

“Esta noche debe permanecer sólo una palabra, que es la cruz misma”, porque “la palabra de la cruz es la respuesta al mal que actúa en nosotros y a nuestro alrededor. Los cristianos debemos responder al mal con el bien”, cargando la cruz “como Jesús”, dijo el Papa, en una de las partes más significativas del discurso que pronunció al final del solemne acto.

Antes, el Pontífice argentino había saludado a los presentes y agradecido a todos los que siguieron el Viacrucis a través de las televisiones de gran parte del mundo. La cruz de Jesús, insistió el Papa, es la palabra con la que Dios responde al mal del mundo y aunque “a veces nos parece que permanece en silencio” en realidad ha hablado, “ha respondido y su respuesta es la cruz de Cristo: una palabra que es amor, misericordia, perdón. Y también juicio”, añadió, porque “Dios nos juzga amándonos”.

Continuando con el tema de la justicia, el Papa recordó que en el mundo contemporáneo son muchos “los Pilatos que tienen en sus manos el poder y lo ponen al servicio de los más fuertes, empeñando su autoridad al servicio de la injusticia y pisoteando la dignidad del hombre y su derecho a la vida”.

En su breve discurso, Francisco agradeció al grupo de jóvenes libaneses que redactaron las reflexiones leídas ayer en cada una de las 14 estaciones del Viacrucis. Muchas de las oraciones mencionaron el sufrimiento de los cristianos en Medio Oriente e incluyeron llamados a terminar con el “fundamentalismo violento”, el terrorismo y las “guerras y la violencia que en nuestros días devastan países en Medio Oriente”. El Pontífice, de hecho, encomió la “amistad de tantos hermanos musulmanes”, algo que, dijo, quedó de manifiesto cuando su antecesor, Benedicto XVI, estuvo en Líbano y se vio “la fuerza de la comunión de los cristianos y la amistad de los hermanos musulmanes. Fue un signo de esperanza para Medio Oriente y para el mundo”.

Al concluir su mensaje, Francisco invitó a los cristianos a continuar el sufrimiento de Jesús en la vida diaria. “Caminemos juntos por la vía de la cruz, caminemos llevando el amor y de perdón”, dijo para después recibir un clamoroso y caluroso aplauso de la multitud reunida en el Coliseo.

El camino de la cruz

Durante las 14 estaciones que integran el rito del Viacrucis y recuerdan las últimas horas de la vida de Jesús —desde que Poncio Pilato lo condenó hasta su entierro— la cruz fue llevada, de manera alternada, por el cardenal Agostino Vallini, en la primera y la última; una familia italiana, una india (en la segunda y tercera). Un enfermo y tres voluntarios de Unitalsi, grupo católico italiano que lleva enfermos a Lourdes, portaron la cruz en la cuarta y quinta y dos seminaristas chinos lo hicieron en la sexta y séptima.

Después tocó el turno a dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (octava y novena estación), y a dos religiosos, uno nigeriano y el otro libanés, en la décima y undécima estaciones. En la duodécima y decimotercera estaciones la cruz la portaron dos jóvenes de Brasil, país donde se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en julio próximo, a la que asistirá el papa Francisco.

“¿Cuál es el camino de la vida eterna? Jesús respondió a esta pregunta que quema lo más profundo de nuestro ser recorriendo el Viacrucis”, dijeron un actor y actriz italiana a que leyeron las meditaciones en las que se narraron los sufrimientos de Líbano, Medio Oriente y las esperanzas de paz para la región.

La otras 13 meditaciones estuvieron relacionadas con el llamado a seguir a Jesús hecho a todos los hombres, pero en particular a los jóvenes.

Se leyeron oraciones para los niños explotados y abusados, los refugiados, las personas sin hogar y las víctimas de la intolerancia religiosa, la guerra, la violencia, el terrorismo, la pobreza, la injusticia y la adicción a las drogas. También hubo oraciones contra el aborto y la eutanasia.

El Viacrucis discurrió por el interior del Coliseo, continuó por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino, desde donde lo presidió el Papa.

Horas antes, Francisco presidió en la Basílica de San Pedro la Pasión de Cristo, que comenzó orando durante varios minutos tendido en el suelo. (Con información de agencias)

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